Se denomina serondaya a todo el proceso de siembra que se realiza durante el otoño. En asturiano: Sema que se fai na seronda.
La asociación nació un otoño de 2005. Fue como una semilla que quisimos sembrar, que soportó hielos y tempestades, y que en la primavera comenzó a dar sus frutos. Lo que se siembra en el otoño siempre es más resistente a las inclemencias y dificultades.
La historia de un pueblo no sólo se escribe detallando los grandes acontecimientos. Existen pequeñas historias que hablan de singularidades, aparentemente insignificantes, pero que conforman el carácter de un pueblo y determinan por tanto esa historia grande y definitiva.
Es el propósito de la Asociación Serondaya rescatar con rigor y calidad, para darles realce y significación, cuantas costumbres, tradiciones y aspectos de nuestra cultura nos ayuden a conocer mejor quiénes somos, qué hicimos, qué hacemos y hacia dónde vamos.
En Serondaya no creemos en esos templos de la cultura que son casas de beneficiencia, donde los indigentes mentales van de vez en cuando en busca de su alimento, y donde, somnolientos y con la piel satisfecha de picores, aguantan la ración semanal de exposición vanguardista, concierto en sol mayor o conferencia sobre la divinidad divinidad de lo intrascendente.
Nos gustan los territorios culturales que son trenes de vértigo conducidos por la máquina de la naturaleza humana; trenes que avanzan repletos de gentes sin disfraces, abiertas a cualquier horizonte de transigencia.
Detestamos esas culturas convertidas en lugares de privilegio para virtuosos de las telarañas mentales, rancios intelectuales de las encomiendas y vanidosos del moho.
Queremos una cultura sin puertas, como las míticas llanuras de la La Mancha, accesible para quijotes y sanchos. Queremos construir lugares de encuentro donde se abracen, sin distinguirse apenas, corduras y locuras, ficciones y realidades. Buscamos los tiempos donde el lenguaje de los sentimientos alcance tamaña solidez que sea capaz de sostener por sí mismo todos los compartimentos.
Procuramos las caricias de la belleza interpretada desde el abrazo de aquellos que sólo a nosotros nos tienes y también de aquellos que nos miran aún desde sus obras eternas.